-Si supieras lo que me dijo Alejandro...te lo imaginas?
-No, la verdad no, no me lo quiero imaginar, por qué mejor no me lo dices?
-Intenta, te resultará un poco interesante tratar de adivinarlo.
Me fastidiaba esa mirada, sabía exactamente lo que ese pusilánime le había dicho, alguna sandez, una necedad, un simple despropósito.
-Te dijo que ya tenía el cuento que venía preparando desde hace rato?
Me miró seriamente, cambió totalmente su semblante contrastado con mi cara de burla, mi rostro de desprecio por ese animal. Se levantó de la cama, se puso el sostén, la falda, la blusa, las medias, una a una, uno a uno los zapatos, se arregló el pelo y de vuelta otra vez hacia mi me lanzó una mirada de fuego, tomó el manojo de llaves y me lo tiró directamente en la cara.
-Eres un engreido de puta mierda que solo habla pura basura. A ver si tú si has hecho algo interesante. ¡muestrámelo! ¡a ver!
Se pintó los labios y salió de un portazo.
En silencio
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