Thursday, December 29, 2011

Toyota Fortuner

Era un fotógrafo que no parecía fotógrafo, olvidaba la cámara a menudo en mi casa o en mi oficina,  las pilas siempre estaban descargadas y el cargador refundido,  otra veces la memoria estaba llena y no tenía una de repuesto que me permitiera tomar una de esas imágenes que sabemos no volverán. Pero aún así, era un fotógrafo, tomaba miles de instantaneas con mi mirada,  la mujer que reposaba sobre su mula, el oficinista que corría apurado hacia su oficina, el comerciante que despreocupado miraba con gozo desde las puertas de su exitoso almacen, la mujer atareado con paquetes que sudaba a borbotones, el perro desgarbado que esperaba con resignación algún sobrado en la entrada de un restaurante. Amaba ver a la gente, pero también lo odiaba, y lloraba y otras veces el corazón se me salía de la emoción cuando una escena, un minicuadro de la realidad era toda la gratificación a un día lleno de problemas, de sufrimientos. 


Ese día pasó lo de casi siempre, y creo que por eso escribo esto, al no poder mostrar lo que mis ojos vieron. Un hombre delgado, calvo, viejo, pero todavía vigoroso, arrastraba su pesado cargamento, un carro de balineras lleno de cacharros, de chatarra, de lo que para nosotros es basura y para él un enorme tesoro. Iba con un perro peludo, negro con unas pocas manchas negras, cansado, quizá hambriento,con la cola agachada y el hocico seco, pero con la convicción que da la lealtad de seguir hacia donde no se sabe solo por el amor hacia su hombre, su amigo, tal vez el único, su salvador.   Y sobresaliendo de manera surrealista de entre la masa de latas que iban dentro del pobre carro, una placa que decía vehementemente:

La ciudad es un sitio lleno de adversidades, para eso debes tener una Toyota Fortuner

Quedé perplejo ante esa imagen. El hombre seguía movimiendo su viejo carrito, sin hacer caso de lo que llevaba en su cargamento, mirando de soslayo a lado y lado cada vez que pasaba una avenida mirando si su único amigo lo seguía de cerca y no era atropellado paradójicamente por una Toyota Fortuner. Yo me quedé mirando desde un semáforo, callado, viendo esta ciudad que a veces amo pero que también odio.

Tuesday, December 20, 2011

Ríe

me alegra que rías. la vida debería resumirse a eso, decir disparatadas y luego reirse de ellas. A veces creo que una vida llena de hedonismos debería ser la piedra filosofal de nuestras existencias, una vida donde no existieran ni la conciencia, ni los problemas, ni los retos, ni nada de eso. Puro placer, de todo tipo, desde poder hacer el amor con quien quisieras, pasando por la gula más inmensa, hasta golpear y recibir golpes sin chistar nada....una apología a los pecados capitales, eso no sería tan malo.

Monday, December 05, 2011

mensajes del aire

en cada suspiro que doy se escucha tu nombre

Saturday, October 22, 2011

Esta tarde me recuerda aquella tarde de sábado, de alguno de los sábados donde mi mente extraviada se refundía entre sueños, fracasos, ilusiones, imposibles, rostros lejanos, cervezas amargas.

Esta tarde con amenaza de lluvia me trae a mi mente los cigarrillos que inundaban con su humo denso mi vista y mis pulmones y me hacían toser, o sentirme melancólico, o llorar un poco en silencio en medio de la indiferencia del mundo que se cruzaba por mi camino.

Esta tarde fría y nublada me devuelve al pasado donde a esta  hora iniciaba mis travesías por el centro, leía, miraba, escríbía, aunque realmente no hacía ninguna de esas, poco miraba, poco escribía y poco leía, porque intentando hacer todo eso me tropezaba con la torpeza de mi mente, que no era capaz de hacer esas tres cosas al mismo tiempo y bien.

Alguna vez pensé que esas tardes no acabarían o que quedaría condenado a repetirlas durante toda mi vida. Pero se esfumaron y no me di cuenta.

Y quizá las extrañe, o quizá no, quizá solo recuerde y evoque, pero sin querer realmente volver a ellas, aunque tarde como estas me recuerdan la lluvia fría que bajaba por mi cabeza en las tardes de los sábado en la candelaria, o cerca a ella, o más al norte, o más al oeste, y tal vez necesite mojar mis sienes con esas gotas, escuchando en mi viejo walkman las canciones de mis cassettes que ahora reposan en una gaveta olvidada, para volver a ellas y quedarme allí por el resto de mi vida.


esuchando una canción que me recuerda esas tardes, cuando ya la noche entraba y las luces se hacían pequeñas vibraciones en miles de ventanas
 Cenizas, Duncan Dhu

Thursday, September 01, 2011

Donde es...

Está en el riachuelo que baja por la calle silenciosa,
en los ojos acuosos del niño callejero con el rostro sucio,
en las montañas solitarias que nos miran desde el cielo,
en el miedo del perro flaco que intenta cruzar,
por entre carros ruidosos y hollín tóxico.

Está donde el frío y el viento nos obligan a abrigarnos,
donde el pelo revolotea al compás de las copas de los árboles,
donde el silbido del pájaro se confunde con el del la brisa,
donde nuestro cuerpo es polvo y tierra.

Está en la mirada de mi abuelo,
en sus manos resecas y grandes que toman mi mano,
en su andar tosco y plano,
sobre sus zapatos grandes, puntudos y brillantes,
y en sus lagrima cuando la despedida llegaba,
cuando la soledad de nuevo lo abrazaba,
pero yo no estoy ahí,
y quizá por eso lloro,
y quizá por eso extraño,
y quizá por eso el desánimo,
y quizá por eso el caminar lento,
y la tristeza,
y la falta de voluntad,

Wednesday, August 17, 2011

Iris

Iris ama su pelota, la toma entre sus patas, la bota contra la pared, luego al piso y al rato, rápidamente, la  coge con su boca y la vuelve a subir sobre la cama. La ama, y solo piensa en ella y en la comida seca que está a su lado y en el platón del agua que siempre permance casi vacío y en su ruana roja sobre la cual se enrolla en las noches, en las mañanas y en las tardes.
Iris a veces piensa en Tilos, pero solo a veces, no más que lo que recuerda a  su pelota pero si más que lo que evoca a Venus y a Musa a quienes no suele determinar.  Orión le estoraba y le molesta hasta el tuétano, Odín es un gran chico peludo, lindo y extrovertido, pero aparte de esos adjetivos, no le inspira nada más. Bárbara es algo diferente, fue madre como ella, pero ya hace mucho, y aunque comparten esa notoria semejanza, las edades las separan y por ende no se la llevan de a mucho.
Iris, deja su pelta, pasa a la comida y se mete algunas pepas de CatChow a la boca, luego toma agua, unos cuantos lengüetazos y por últmo golpea su pelta café de tela que era antes un ratón, y lo deja en un rincón. Ya es tarde y su ruana roja la espera para una plácida noche.Pero antes, para poder descansar realmente, orina un poco sobre la cama y sale pitada para no ser castigada por su travesura. Al poco rato ya duerme tranquil y sosegadamente.

Escuchando String Quartet No. 4 de Philip Glass

Tuesday, August 16, 2011

16/08/2011

Una paloma agonizante desencajó todo, estaba agazapada al lado de la puerta de una casa, con el plumaje sucio y húmedo, con los ojos cerrados, con el jadeo característico de un moribundo intentando respirar los últimos vapores de vida, con el pico abierto y burbujeante.

Triste escena de la sed que la muerte causa, ignorada por el mundo, sin una pizca de agua que aminorara el sufrimiento de la garganta seca y estéril, sin una gota de compasión, sin lágrimas por la partida hacia el túnel desconocido, sin herencia, ni herederos, sin ritual, ni cánticos. Queda muy lejos las mañanas en la plaza, picoteando y picoteando, y volando de la iglesia al capitolio y de nuevo a la plaza y de nuevo volando, con viento, con la brisa, con el tiempo que no acababa, no era poco, ni mucho, solo era parte de todo, de la felicidad de la libertad, de la alegría de poder volar, y no conocer que las horas pasan, y la sombra cubre con su agonía lo inevitable, lo insalvable.

Tuesday, August 09, 2011

cuando la bolsa se cerró

 Y cuando la bolsa se cerró sobre ellos, el general Paulus supo que estaba solo, ni los Junkers Ju52, ni las ordenes imprecisas de la guarida del lobo, ni el intento de liberación que se prometía por parte del general Eric Von Manstein, iban a salvarlos de la "caldera de fuego", ahora solo dependía de su juicio, que entre cosas, estaba alterado.

Tuesday, August 02, 2011

Mentiras.

"El hombre vestía un traje gris, arrugado, como su rostro que mostraba que su edad rondaba los 60 años. Bigote canoso, pelo corto, crespo, pómulos sobresalientes y labios finos, afilados. No era atractivo, tampoco su vestido estaba bien cuidado y el maletín que llevaba era algo viejo, desteñido. Estaba de pie, acodado en la ventana de atrás del transmilenio, un J23 y hablaba por celular con tranquilidad pero sin elegancia.

"Que cosa tan tremenda, ¿no? de cinco puestos que asignaron cuatro fueron para mujeres, ¡cuatro!, eso es mucho, como si no hubiera hombres más capaces"

El transmilenio arrancó y no alcancé a escuchar nada más, pero ciertamente no terminó muy bien porque un par de mujeres que iban a su lado lo miraron muy mal.

Luego no me interesé más en el sujeto, hasta que a la altura de la estación de La Sabana, por la calle 13, sonó el timbre de un celular, la clásica canción de los Eagles Hotel California. Contestó el sujeto de vestido arrugado y bigote canoso:

- "¿alo?"

Su rostro tuvo un cambio de expresión repentino, como si la llamada fuera inesperada.

-"No señor, si, si señor, si, si, si, desde hace un par de días me encuentro fuera de Bogotá, aja, si, nada importante, pero igual no puedo volver hasta dentro de 10 días más o menos. Claro, yo lo llamo tan pronto llegue. Si señor, si, obvio...Un abrazo y espero su esposa se mejore".

La gente lo miraba, pero él no daba la menor importancia, pareciera que lo tuviera planeado hace mucho o que ya fuera una costumbre pues su frente no sudó, ni su tono de voz cambió, y aparte de su repentino cambio de expresión, nada más sucedió en él. Seguí mirándolo recordando las miles de mentiras que había dicho a lo largo de mi vida "¿así me veré yo, ahora que soy un mejor mentiroso?". Me avergoncé mucho sintiendo mi cara igual de arrugada a la del sujeto, como si cada mentira fuera un cicatriz que se fuera quedando poco a poco en cada centímetro de mi piel.

Al rato llegamos a la estación de La Jiménez, que siempre estaba abarrotada de gente. El sujeto iba alistándose poco a poco y yo también me desacodé y me preparaba para salir del bus cuando de un momento a otro, mientras todos nos hacíamos contra la puerta de salida el sujeto abrió tremendamente los ojos y codeando y empujando intentaba infructuosamente abrirse paso hacia la mitad del bus. El bus paró, abrió las puertas y todos salimos vomitados por cada una de las puertas, incluyendo el hombre de vestido gris arrugado.

-"Señor Pinilla"

Le dijo un hombre de tez muy blanca y pelo muy claro, parecía ruso.
 
-"Pláceme verlo tan pronto en Bogotá, pensé que su estadía en Cúcuta iba a demorarse 10 días más, pero vea, a veces el tiempo pasa muy rápido y no nos damos cuentas de eso. Permítame llevo su maletín, ha de estar usted muy cansado con ese viaje tan largo, todo el tiempo de pie".

Dos hombres muy grandes, demasiado grandes, le cerraron el paso en la puerta de la estación mientras la gente los empujaba sin éxito. Luego lo tomaron de cada uno de los brazos, y de manera muy disimulada lo fueron empujando a la salida de la estación mientras el hombre blanco los seguía desde atrás, llevando el maletín raído.

Salí detrás de ellos pero el tumulto no me dejaba ver mucho hasta que una vez en las registradoras de la entrada oriental vi como pasaban el semáforo de la Jimenez y el hombre ruso, adelante del señor pinilla y los dos hombres gigantes, abría las puertas de una camioneta negra y al poco rato, con todos los sujetos a bordo arrancaba hacia el occidente.

Al otro día, en el espacio leía un título rojo carmesí: "Lo degollaron y luego lo desmembraron" y luego en subtítulos "al lado de sus miembros solo encontraron una maletín negro vacío y un vestido gris que seguramente llevaba puesto al momento de ser asesinado".

Monday, August 01, 2011

El trombón y la flauta traversa.

Venús duerme, cerca de Orión, junto a Mabel, encima de la cama sencilla, del edredón verde de flores rojas. Y sus respiraciones se acompasan como orquesta, fuuu, fuu, canta Orión, cual trombón grande y grueso y más suave como flauta travera trina Venús, casi imperceptible, arrulllando el leve respiro de Mabel, que puede ser violín o a veces viola, o veces trombón, o aveces Venús o a veces Orión.

Sunday, July 24, 2011

I


Fueron 300.000 los muertos alemanes en la bolsa de Stalingrado y casi 1.000.000 por el lado de los rusos. Eso nos dijeron en las enciclopedias y en muchos libros que narran los hechos de esta sangrienta batalla,  así como también que el odio de los rusos por los alemanes y al contrario,  no permitió una salida justa, un acuerdo que permitiera haber dejado con vida más hombres inocentes antes de ser condenados a ser parte de esta carnicería.

Mi abuelo estuvo allí y luego más allá, en Siberia, a donde fueron llevados los pocos sobrevivientes que se rindieron y que no fueron aniquilados por las enfermedades y el hambre que fueron el común en las largas marchas en esas tierras desconocidas y desalentadoras.

Aún recuerdo el día que abrí el viejo baúl que descansaba plácida y silenciosamente en el desván de mi abuela,  y en donde, amarillas y amarradas con cintas de seda negra, las cientos de hojas no decían nada, solo callaban dejando hablar a otros miles y miles de documentos y fotos que rodaban en el mundo mostrando de una u otra manera lo que habían sido esos cinco meses.  Pero esta historia, para mí, era parte de lo que yo era ahora y de lo que seguramente sería más adelante, fue la revelación de incógnitas que llevaba a cuestas y que hasta el momento no tenía ninguna pista para su resolución, fue el milagro que llegó tarde desafortunadamente, pero como dicen por ahí, preferible tarde que nunca.

Tuesday, June 14, 2011

Efecto de tarde de viernes

No tengo ganas de pensar, preferiría leer el periódico como lo está haciendo en este momento mi jefe, quien definitivamente se nota que solo quiere hacer eso a esta hora, pero que por la cuestión de imagen tiene que dejarlo cuando ve que alguien se acerca a su puesto, como me tocó a mi dejar el libro de Murakami cuando mi vecina se paró de silla para colgar la chaqueta y muy disimuládamente volteaba los ojos para pillarme en la lectura. Podría pensar en irme al baño y leer un poco, tal vez nadie me extrañaría en un par de horas, pero sería raro que me vieran entrar allí con un libro tan grueso y luego volver si ningún papel tipo circular o cuaderno que mostrara que estuviera en una reunión. Podría entonces llevar el cuaderno y el libro, y quedarme allí desde ahora hasta media hora antes de salir. ¿y lo qué debo hacer? Son muchas cosas, pero así tan distraido como estoy seguramente no haría más de dos cosas elementales, lo que podría hacer en 1 hora un día más productivo. Son las 2:45 y aún restan 3 horas y 15 minutos para salir. Bastante tiempo en esta quietud tan molesta y aún no me decido si irme al baño por ese par de horas.

Wednesday, June 08, 2011

1000 pastillas de valium

cuando se hace todos los día lo que no se quiere es indipensable cambiar a menudo para no terminar intoxicado con 1000 pastillas de valium

dos mujeres feas y embarazadas

Eran dos mujeres embarazadas. Ocupaban sillas azules del transmilenio, una detrás de la otra, ninguna se percataba de la mutua presencia. Una de ellas era joven, de poco maquillaje, de pelo largo y algo ondulado, usaba lentes, era muy delgada, y al final de la estación, una vez nos bajamos, demostraba ser muy baja. Era fea en todo caso, igual que la segunda mujer. Me preguntaba con esos dos casos si era posible que hombres se fijaran en ellas y las dejaran preñadas o si con ellas ocurría el caso de alguna mujeres en cinta que por su estado empiezan a perder la belleza que las caracterizaba. La otra mujer era mayor, de unos 40 años, también de pelo claro, evidéntemente pintado, con senos grandes y desagradables, llenos de granos y venitas pequeñas por todo lado, su cara estaba igualmente brotada, sus cejas delgadas y pintadas no tenían gracia, sus pómulos eran muy gruesos, como sus labios, como su boca, como sus párpados. Tenía un rosario en la mano y estaba sin maquillaje alguno como la mujer más joven. La joven, que en este caso llamaremos Cindy iba somnolienta, mientras que Rubi, la segunda mujer, mostraba más interés en lo que pasaba dentro y fuera del bus.

Al poco rato Rubi sacó de su bolso una cartera y de allí una cajita de polvos para la cara, ciertamente los necesitaba. Empezó su rutina poco a poco, retocando sus granitos con delicadeza, con lentitud, teniendo cuidado de parar cuando el bus iba muy rápido y los baches lo hicieran saltar bruscamente. Cindy seguía adormilada, con su pequeña barriga bamboleándose al ritmo de los huecos de la calle. Tenía algunos granos también, pero eran muy pocos en comparación con los de la cara de Rubi. El labio inferior era muy grueso, y sus pestañas muy pocas, algo largas pero apagadas y tristes, como si en tierra árida hubiesen algunas hebras de yerba a punto de morir. Rubi, ya iba en el lápiz de ojos, marrón óscuro, delineando el borde de cada uno de los párpados. Se concentraba mucho en ello, para no cometer error alguno. A esa altura el tráfico era pesado y el bus iba realmente lento, parando en muchas ocasiones, haciendo que todos los pasajeros, que iban en su mayoría solos, se fueran durmiendo poco a poco. El trayecto se hacía pesado, largo, caluroso, y siendo martes después de festivo, se mostraba más denso que todo el resto de días.

A los pocos minutos, cuando Rubi miraba su celular al igual que Cindy, se subió un hombre anciano, con muchos años, decrépito, con bastón y una gorra cubriendo su blanca cabeza. Tenía lentes oscuros y sus manos callosas estaban marcadas por años de trabajo. Su baja estatura mostraba debilidad y siendo así, una vez se había bajado la persona que estaba al lado de Rubí, tomó ese lugar sin alguna contemplación. Aunque era una mujer más joven, y sus senos se veían mucho, el anciano no se percató de la presencia de Rubi y lo que hizo más bien fue sentarse hacia el borde del asiento que le correspondía. El bus siguió avanzando, algo más rápido pasando por la zona de los prostíbulos del centro, el calor no mermaba y aunque no iba lleno el sopor seguía adormilando los pasajeros. De una momento a otro se escuchó la voz del anciano, casi gritando, estalló en una sucesión de insultos que por sus lentes no se sabía hacia quien iban dirigidos. Parecía loco, hablando solo en medio de tanta gente y dada su edad, era muy probable que tuviera el coco al revés. Pero después de los insultos iniciales Rubi, sin mirarlo siquiera, dijo, "pues no mire, nadie le dijo que mirara". En ese momento peinaba su pelo con un peine de color azul y dientes gruesos. El anciano vociferó, "eso que está haciendo es asqueroso, maleducado, debería hacerlo en su casa antes de salir". "Coja un taxi entonces si no quiere verlo", replicó muy molesta Rubi. Su barriga se movía mucho más rápido que antes y la gente alrededor, dormida como estaba, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. El anciano mascullaba entre dientes palabras que ya no se entendían, ciértamente molesto por la sesión de cepillado de pelo de Rubi y que pensándolo bien, tenía algo de razón, si aquella mujer tenía piojos, o alguna porquería en su cabeza, de esa manera estaba pasándonolos a todos los que íbamos allí.

En la siguiente parada la silla de atrás se desocupó y el anciano en un acto ágil de evidente desespero y repugnancia se pasó tan rápido que una mujer que estaba más cerca no alcanzó a tomar dicho puesto. Rubi sacó un tarro de perfume barato y se lo aplicó en su cuello y en sus senos, luego guardó todo en su bolso y con cierta ironía volvió a repetir lo del taxi mientras acariciaba su muy pequeña barriga. Cindy, apenas se despertaba, con cara molesta, con su pelito desabrido cubriéndolo algo los ojos, con su vieja chaqueta y con su pequeña vida dispuesta a reiniciar su trabajo de escribiente en un juzgado del centro de la ciudad. El bus se vació más tarde y Rubi salió de allí rápido, siguiendo con sus ironías que nadie entendía mientras el viejo cojeaba poco a poco al lado de ella y repetiendo, "Rubi, eso que hizo allí fue realmente asqueroso, muy asqueroso".

Wednesday, May 25, 2011

Un breve momento

Por un momento, solo uno breve, miro de otra manera a quienes he criticado tan fuertemente, alentado en algunos momentos por la envidia y en otros porque definitivamente existen méritos para que sean vapuleados. Hoy el turno fue para alguien que quiere ser escritor o que quizá ya lo sea y yo odie aceptarlo. Lo vi con ojos humanos, pero más que humanos, con ojos de un desconocido que no sabe que hace. Y vi a un hombre de ademanes inquietos, sencillos, en algunos puntos infantiles, como muchos de los míos. También vi su sonrisa achicharrada, como si hubiese sido frita en aceite negro, quizá hubiese sido el café de muchos años en una oficina o quizá el efecto del cigarrillo que alguna vez fumó, porque nunca lo he visto con uno. Sonrisa café y todo, pero sonrisa sincera, como de niño. Su pelo cortado a la perfección ya deja ver canas, y es entonces cuando veo como sus ojos cansados no quieren estar donde están ahora, sino intentan buscar, de manera desesperada, como anticipando un fin prematuro, un sueño aún irrealizable. Pero no muestra su despespero de manera tosca, siempre sonríe, tímido, eufórico a veces, camina algo cojo pero con gracia, contradice pero sin mirar con odio, ruega pero de manera silenciosa.

Me cuesta verlo así, y quizá mañana ya lo vea de nuevo de manera detestable, pero antes de que eso pase debo reconocer que si es escritor, y que admira y comparte y no es odioso, ni vengativo, ni rencoroso, algunas veces egocentrista, será lo único, pero acaso, ¿quién no lo intenta ser?

Al fondo Flamme Im Wind de Lacrimosa

Sunday, May 22, 2011

más burocracia o el miedo al desempleo

Ahora hay una nuevo mecanismo más de seguridad para entrar a la oficina.

Recuerdo que recién llegué aquí tenía un carnet rojo y blanco, algo feo y tosco, aún el banco no le daba mucha trascedencia a sus empleados con campañas para que se motivaran y valoraran la oportunidad de trabajar en un banco extranjero. El portero o la portera se daban una semana para conocer a la gente, luego de este tiempo presentar el carnet era un rareza, y si se olvidaba por algún evento no premeditado y por una excepción lo solicitaban no había problema, solamente se daba un guiño con el ojo y una frase como "pero mañana lo traes, seguro". Y así quedaba el asunto, se llegaba a un acuerdo cordial sin necesidad de ningún elemento burocrático.

Pero poco a poco, y a través de algo que en los bancos es característicos hasta la saciedad, empezaron a abrumarnos las políticas, por todo lado mensajes indicaban que "el carnet es de uso obligatorio por empleados del banco, outsourcings y temporales". La entrada empezaba a ser acreditada con un pedazo de plástico, algunos sin fotos, que el vigilante medio miraba, o sea, un simple requisito que no redundaba en mayor seguridad. Las posibilidades de olvido eran altas, pero todavía se podía negociar comprometiéndose a traer el carnet al día siguiente. La palabra aún tenía algo de valor.

Pero esto ya es historia antigua, ahora las cosas, la entrada, todo es insoportable. Ahora no es solo el carnet, si uno lleva una mochila esta tiene que ser revisada de manera exigua, por mero requisito, por total burocracia e imagino que por alguna política creada por un imbécil que está dedicado todo el tiempo a eso. ¿mayor seguridad? ¿mayor orden? No lo creo, el que quiera ingresar un arma o una bomba o lo que sea no va a ser tan estúpido de hacerlo en una simple maleta a la vista del portero. Eso es una lógica que cualquier persona con tres dedos de entendimiento puede deducir. Pero no olvidemos que los trámites, burocracia y papeleo no son hechos por las mentes más hábiles en una organización. Esto nos indica quienes son los que mandan en este mundo, quienes son los que dirigen las organizaciones sobre las cuales se apalanca el crecimiento de un país (preguntémonos en este punto quienes son los que han creado las grandes empresas mundiales, un google, un apple, un yahoo, cargos políticos con recomendación a bordo o mentes creativas y libres de reglas que merman la capacidad creadora?)

Y volviendo al carnet, ¿que sucede ahora si lo olvido? Ya la palabra no vale, ni el conocimiento de la persona, la confianza ha decaido y el discurso acerca de la seguridad y la geuerra contra el terrorismo producen un pánico y una paranoia total. Si lo olvido no puedo entrar, salvo que un correo (estamos en el mundo de los correos electrónicos) de mi jefe lo autorice. Si el no se encuentra por alguna reunión burocratica (esta palabra ya me empieza a cansar) entonces no puedo ingresar, no vale nada, ni siquiera una llamada de él. Es preferible perder la productividad de un empleado sentado en el sofá de la entrada por un tenue olvido que negociar un ingreso temporal basado en lo que antes tenía valor: la palabra.

Una biografía diferente

en lo que llevo de vida he tenido la oportunidad ( y en otras ocasiones la obligatoriedad ) de presentarme, de escribir pequeñas o grandes presentaciones de lo que soy o pretendo ser o hago o quisiera hacer. Muchas cosas coinciden entre todos esos escritos, como el lugar de nacimiento, los padres, el colegio, los hobbies, los logros, etc. Otros a veces varían, pero siguen la misma linea cronológica, similar a lo que dice esa canción "el camino de la vida", nazco un día, crezco, voy al colegio, me gradúo, entro a la universidad, trabajo en x tema en y empresa, pero todo sin cambiar el ritmo, ni sorprender tanto. Por eso esta vez voy a enfocar mi presentación en lo que realmente importa, en algunas obras literarias que aún recuerdo y que definitivamente fueron causa de la idea de seguir la literatura, con amor y a veces con odio.

El túnel y la consecuencia de ella, Sobre Heroes y Tumbas: tendría unos 18 años cuando leí el primero, no era un libro mío y nunca me había interesado, pero un día a mi hermana se lo pidieron en el colegio y lo tenía encima de una mesa abandonado (Creo que ya lo había terminado). Lo ojeé un poco y lo primero que me impresionó fue la carátula, era un rostro color blanquesino que reposaba encima de unas escaleras escarlatas y que parecía sacado de esa pintura tan famosa "el grito". Seguramente era un cuadro, tenía unas pinceladas gruesas y no era muy realista, era algo más onírico, pero en ese entonces solo sabía que eso era lo que me había llamado la atención y el título del libro que alguna vez lo había escuchado, pero que como dije antes, no me había llamado mucho la atención. Lo leí, y después de eso ya todo fue diferente. ¿qué había hecho ese libro? Quizá reforzar unas ideas que tenía y empezar a despertar un interés inusitado en historias que no creía realizables.

Luego vino Héroes y Tumbas: esta fue mi gran marca, el sello que abrío la puerta hacia lo que empecé a ver como aspecto de vida, como ruta hacia un destino desconocido pero el que sería el único transitable. El rumbo de mi vida, a mi pesar, no se ha ido concretamente por esos lados en términos prácticos, pero el germen que brotó de ese libro no se apagó y muy al contrario, creció poco a poco y aunque aún no representa el factor decisivo para dar un giro de tuerca, solo será cuestión de tiempo para que éste se imponga.

Bola de Sebo y la vida de Maupassant: me lo encontré por casualidad nombrado en un libro que voy a indicarles más adelante. Recuerdo que lo compré en una librería del centro de bogotá, era una edición antigua que contenía dos obras: bola de sebo y bel mi, además de una gran introducción que me permitió conocer en algo la vida tan paradójica del autor. Empecé a leerlo con voracidad, a buscar y comprar libros de él que aquí en Colombia no se conseguían. Cada cuento me llegaba a lugares donde solo entraban las palabras ingeniosas de los auotres que tienen una gran genialidad, lo más interesante era ver como cada uno de sus pasos literarios iban marcados por los acontecimientos de su vida. Ahora que lo pienso fue extraño llegar a Maupassant de ese modo, sabiendo que años antes leía y buscaba libros sobre los poetas malditos y que él, dado su intento de suicidio y su posterior locura y su obra cargada de ese estilo, integraba esa lista.


La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro: uno de los prólogos de esta obra dice que existen diarios que dada su forma de ser escritos y su propio contenido y estilo son la obra literaria cumbre de un autor. Esto lo decía el prologuista (Santiago Gamboa) al referirse a los diarios del autor peruano Julio Ramón Ribeyro que habían sido reunidos en este libro de casi 600 páginas. A Julio Ramón lo conocí por medio de un artículo de la revista Malpensante que escribió el autor colombiano Juan Gabriel Vasquez y en el que desarrollba de una manera muy descriptiva pero a la vez ligera, la obra y vida de este autor que le huyó a los medios y que tal vez por esa razón, no es tan famoso como su paisano Vargas Llosa. La tentación del fracaso es otro libro paradójico, es extraño por los constantes movimientos entre optimismo y negativismo del autor, de pasar de un día tan oscuro como la noche en la selva a la claridad de la sal cuando es extraída del mar. Esto abate por momentos, pero en otros anima y hace ver la vida de mil maneras. Julio Ramón, su vida y su obra (frase de cajón) empezaron a ocupar un lugar importante en mi vida. Además fue a través de él que conocí a Maupassant y a otro grande, a Mishima.

Crimen y Castigo y noches blancas de Dostoievski: Raskolnikov llegó a mi 20 años, en un pesado libro que no pensé fuera a leer tan fácilmente. Era una época muy existencialista en mi vida, había intentado conocer a Roquentin de Sartre, pero la densidad de La Nausea me hizo desistir, llegando solo a la mitad del libro. Ya había iniciado con Dostoievski y sus Noches Blancas, libro genial, tanto por su final tan cargado de melancolía y belleza, como por su modo tan especial de profundizar en los sentimientos de un joven idealista y enamorado. Pero luego saqué de la biblioteca de mi papá Crimen y Castigo. Fue un solo respiro, una sola lectura, entrometerme en la vida y pensamiento de Dostoievski a través de una historia pesada, triste a ratos y sicológicamente cargada.


Los Hijos de Húrin: la literatura fantástica no suele incluirse en las discusiones serias de la literatura. ´¿por qué? debe ser porque los críticos y estudiosos las relegan a un rol más pedagógico y lúdico para niños, algo que me parece apresurado e injusto. Los hijos de Hurin es un libro que nació del esfuerzo del hijo de J.R.R Tolkien quien reunió fragmentos de diferentes versiones de esa historia qque su padre había escrito en momento sdiferentes de su vida y que no tuvieron continuidad y en algunos momentos, lógica. La primera versión que leí de esta historia fue en el Silmarillion, pero no me atrajo mucho, quizá opacada por otra historia que se encontraba en ese libro llamada Beren y Luthien. Pero luego editaron un solo libro de Los Hijos de Húrin, que era igual pero a la vez diferente del que se encontraba en el Silmarillion. Vi de otra manera a su protagonista, su historia, sus constantes caídas y posteriores levantadas. Leí este libro con más atención que otros, tratando también de verlo con ojos más "expertos" para un análisis posterior.


Obviamente que existen muchos otros autores y libros, quizá en algunos momentos más entretenidos e importantes que obras de los autores anteriores. Sin embargo, aunque han calado de alguna manera y en alguna proporción, los anteriores, más una sensibilidad creciente, han formado el cauce de mi pensamiento y espíritu.

Saturday, April 30, 2011

Adios Ernesto

Adios mi querido Ernesto, desde donde estés sabrás que fueron tus libros los que me hicieron como soy, en mi corazón nunca dejarán de existir Juan Pablo, Martín, María, Bruno y especialmente (y lo sabes como es) Alejandra.

Q.E.P.D

Wednesday, March 30, 2011

23-03-2011

Cuando intento escribir, me sucede algo similar a una batería que es cargada en la mañana y cuando se necesita realmente resulta estar ya descargada.

¿Cómo es esto?

Las calles, la gente, el transmilenio, el frío de la mañana, la leve llovizna, el olor de la hierba del parque que atravieso, el humo de los carros y buses que no cesa y que a esa hora se vuelve denso, los pensamientos acerca de Ale. todas esas cosas son como cuando se meten las baterías al cargador y este empieza a botar toda esa energía al par de pilas, ellas allí, pausadas, en silencio, ignoradas, recibiendo todo lo que el cargador puede darles.

Pero luego son extraidas del cargador, muy a su pesar, del medio cálido y regenerador para ser insertadas en un bolsillo del pantalón o en uno de la maleta, al lado de pedazos de metal o de monedas de valor irrisorio que poco a poco se encargan de robar, de manera sútil, toda la corriente, la savia, que momentos antes les sobraba, Triste, quedan vacías y luego cuando van a ser utilizadas, ya no hay nada, solo son dos cilindros huecos, basura metalica, contaminación en su más puro estado.

Así me pasa, una vez tengo toda la mente cargada, llena de ideas organizadas, de sensibilidad prometedora, de palabras que buscan desesperadamente ser escritas, cuando creo que estoy totalmente listo para escribir debo atravesar las puertas de mi sitio de trabajo y es allí cuando todo se acaba, un halo de quietud, de maligna subordinación y de densa rutina se apodera de mi espíritú, el aroma del café y de los páneles de las oficinas, el sonido de los teclados anónimos y los timbres de los teléfonos, las luces blancas artificiales que cuelgan de los techos falsos, las paredes blancas que solo inspiran rectitud, reglas, las corbatas todas iguales, las mujeres con sus mismos trajes, todo tan pesadamente igual. Me aniquila. Cuando ya llego a mi puesto y tomo asiento, las palabras se vuleven una masa amorfa de letras sin sentido, nada coherete ya se puede escribir, lo que antes había sido energía creativa pura, se convierte en un río seco y lleno de erosión. Toda el agua ha escapado a las alcantarillas de mi trabajo y en la noche no puedo volver a recuperar eso que en la mañana había brotado con tanta espontaneidad.

Monday, January 17, 2011

Mendreas

Todos estábamos hartos de estar caminando sin sentido y sin encontrar algún indicio de algo, ¿de qué? no sabíamos, pero por lo menos que fuera más que un árbol seco, o una huella de la brisa que nunca se detenía, o las ruinas de un pasado demasiado recóndito. Desde el último ataque donde murió más de la tercera parte de la tropa nuna más había vuelto a ocurrir algo, al comienzo era placentero, el miedo desaparecía y la comida sabía mejor al saber que no estábamos vigilados. Pero poco a poco la rutina nos fue aburriendo, nos fue acabando, implacable como el maldito viento que nunca paraba y nada raro nos ocurría, la comida no faltaba (extrañamente NO se acababa), el cansancio infinito no llegaba, las palabras aún salían de la boca de casi todos, el sol llegaba y se iba normalmente y la lluvia no era tan cruel como temíamos. Rutina, enfermiza rutina que hacía que nos levantáramos todas la mañanas cuando los pajaros terminaban su canto matutino, hiciéramos el desayuno y lo comiéramos de manera normal, sin sobresaltos, caminaramos llevados por la incercia, almorzaramos con algo de hambre porque debíamos hacerlos y así todo, de la noche a la mañana, de la madrugada al ocaso, año a año, como planeado por alguien que no conocíamos. Pero un día alguien se levantó y decidió parar mientras todos caminábamos. Mendreas se llamaba aquel sujeto que yo no conocía muy bien, pero que ese día partió la compañía en dos, o no se, tal vez no en dos, en muchos pedazos, lo que cada uno de nosotros representábamos.