En la calle, bajo su influencia, bajo su tormenta
con ninguna esperanza, con remordimiento,
viendo los ojos tristes, las bocas tiesas
los espíritus congelados
Y este caballo que pasa, con cansancio
rogando un trozo de verdor
que sus costillas dejan notar su ausencia
que su sudor que corre por su boca gruesa
y sus débiles patas desearían gustar.
Y la noche igual, y las luces similares
y el tiempo incansable, y sus trabajos
y el mío, y el hambre, y la miseria
y la abundancia, y la opulencia
Todo bajo el mismo sol,
todo bajo la misma lluvia
su sudor que no deja sino acaso diez centavos
y el suyo, que representa miles de esos
y el desperdicio y la muerte
Sin medida, sin razón, egoísta
Ciego, tuerto, sin corazón, con mera lástima
Dejando las sobras para aquellos
que pasan con sangre las migajas
Solo nos resta pensar en las burbujas que se crean
mientras la muerte ronda con su hambre feroz
por entre miles de cuerpos,
mientras todo esto la conexión virtual sigue
con sus fotos
sus facetas irrisorias
su desafortunado ego
miles de billetes allí,
miles de almas que lamentan,
que imploran, que lloran, que balbucean
por entre desperdicios, que alguna vez
por lo menos, más que un trozo de basura
les botemos una sonrisa y algo más
que las sobras de nuestro misero ego
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