Saturday, July 16, 2005

El Comienzo

Realmente fue difícil empezar con el relato de Daniel y aun más difícil fue seguirlo y aun más, más difícil fue terminarlo. Involucrarse en ese mundo, superficialmente monótono, resultó una tarea bien desgarradora, pues era como ingresar en un mundo lleno de sueños-pesadillas que chocaban contra todo recurso agradable o por lo meno aguantable que existiera. Hubiera preferido escribir la historia de un asesino en serie, que mata por doquier, pero que juega con cosas tangibles y que en algún momento existieron. En cambio econtrarme indagando en ese gran pequeño lago de abstracciones, me resultaba extremedamente confuso y doloroso. Ese ser extraño pasaba de unestado casi somnoliento a uno mas imaginativo que se sobreponía a los sueños estándares y a cosas relacionadas con los desdoblamientos planeados y no planeados. Sinceramente era como si en el solo existieran demonios pasivos sin una violencia visible, sin una actitud de diablo, pero que, cosa de pesadilla, dominaban todo un ejercito de seres horrendos que cargaban con sus hachas y espadas en momentos indeterminados y contra seres aleatorios. Porque, como dije antes, un psicópata ya tiene objetivos relativamente claros que trata con métodos ya definidos por sus propios miedos. Se encuentran los que dejan sin piel a sus victimas, los que cortan el sexo sin pudor, los que descuartizan como si se tratara de simples muñecas, los que dejan marcas cual firma personal, los que roban corazones o los que extraen los ojos dejando cuencas vacías. Un sin fin de tatuajes pero a la vez una serie de recursos finitos que se enmarcan dentro de catálogos definidos previamente. Algo particular, todos esos métodos llenos de sangre y carne, podrida toda pero igual, igual como si fueran trozos de miles de reces exhibidas en una carnicería.

Tuesday, July 05, 2005

Escrito desde la tumba

Tras la puerta, en el suelo del pasillo, manchas fosforescentes, sangre irradiante,pequeños grumos, la cara contra la baldosa helada, los miembros flotando, el aire que no entra en los pulmones, la lógica no cabe, la cordura subyugada, los fantasmas de la muerte, realidad exterminada, preferencias incoherentes, los recuerdos concentrados en toda la mente, el murmullo de la noche, las notas de un llanto, tres trites rostros, no hay mirada, no hay futuro, el miedo cubre la sala, un abrazo impotente, las imágenes pasan en la cinta, las fotos de siete rollos desperdigados por doquier, un temblor, los huesos como cáscara de huevo, el dolor pesado y pasado combinado con la sangre de un ayer, sigilósamente el terror marca el comienzo de la noche singular, los ojos dejan de ver, el espejo sobre el techo refleja algo patético, y resuena aquella palabra fuertemente con más desprecio de lo que significa, la boca se sella, el humo se apodera de las cuatro paredes, los dos rosotros fijamente clavan su mirada en la transfiguración de la tristeza, se carga el cadáver inerte, se deposita sobre filamentos de algodón, el líquido turbio sube por la garganta, los seis ojos se derriten en completa desazón, a lo lejos una vocecilla clama un ruego de vida, se agudiza el oído para escucharlo, es ininteligible, es incomprensible, es imposible, es ruido, desperdicios dejados de una obra de arte, el rostro aún vivo se acerca al aliento de la muerte, todavía los hilillos de agua salada surcan las sienes calvas, escucha desesperadamente, es en vano, es horrible, ve como cada centímetro de carne se quema, y la alcoba comienza a llenarse de un aire pestilente y mortífero.

A las 11:47 p.m. Mercedes de la Roca, acompañda ppor su hja Inés, observa desde un rincón de la pieza el cuerpo petrficado de Juan Miguel de la Roca, defensor acérrimo de la fortaleza divina, que atacado en una emboscada, muere terriblemente entre sollozos desesperados nacidos de un amor quimérico. Las últimas palabras de éste resuenan sordamente mientras su cuerpo se va descomponiendo lentamente: "Diganle a Maria Camila que la amo y que la amaré en el otro mundo y que por favor no me deje, no me deje". Luego expiró y ya nada quedó.