Friday, August 23, 2019
I
Matías salió ese día, algo cargado, muy estresado, muy pesado. Caminó muchas calles, atravesó muchos parques, fumó muchos cigarrillos. Después de varias horas entró a una bolera, tenía algo de dinero así que pidió una hamburguesa doble carne y una cerveza y mientras comía miraba a la gente, había grupos pequeños y otros muy grandes, de 10 o 15 personas. Parecían felices, todos estaban entretenidos en ese ir y devenir de las pesadas bolas sin que importase si lo hacían bien o mal o si tiraban un pin o por el contrario la suerte hacia que terminaran haciendo chuzas. Por un momento quiso hacer parte de uno de esos grupos, como los grupos a los que había pertenecido en la facultad de letras, todos con algún propósito, profundo o no profundo, el grupo de poesía maldita o el de cuento latinoamericano o el de Risk o el de FIFA. Eran o simples o eran complejos o eran de x o y manera. Ahora eso que importaba, ahora todo eso no existía, se había esfumado como el humo de todos esos cigarrillos que se fumó o esa cerveza que se tomó antes de terminar la hamburguesa. Todo tan efímero en los hechos pero tan persistente en su mente. Así cavilaba cuando le escribió Héctor Barreto "Matías, necesito hablar contigo, es urgente"
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