Tuesday, May 17, 2005

a mi guitarra

veo un alma por allá
un alma que embriaga con sus palabras
que es incondicional con aquel hombre
aquel hombre que vive en una constante soledad

y él la toma entre sus brazos
la toca y la acaricia
y sobre su pecho caen
pequeñas gotas de agua
de las que brotan semillas
de donde nacen ríos de tristeza
ríos que poco llevan a la felicidad

y la sigue acariciando
y la observa fijamente
y se le acerca poco a poco
hasta que puede en sus labios un beso depositar

pero de repente el hombre se desvanece
y cae en abismos profundos
en laberintos sin salida
que lo enloquecen para toda la eternidad

y entro en sus pensamientos
pero no puedo encontrar
ese dolor tan profundo
que lo único que hace es matar

pero ella lo vuelve a abrazar
lo envuelve en bellas melodías
le susurra al oído que ella nunca lo abandonará

y el hombre la mira fijamente
hasta poder sus venas
donde corren aguas cristalinas
que llevan a una gran inmensidad

y la roza lentamente hasta que ella ríe
hasta que ella habla al hombre
lo consuela y lo ama toda la eternidad

pero el hombre vuelve a caer en los suburbios de la desolación
y parece loco
se tira al suelo y muere ahí
y ella, su guitarra, es la única que se encuentra
en el momento de su defunción

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