Era uno de los tres capitanes de la vanguardia. Exactamente me correspondía el ala norte de la fortaleza Blanca, y fue desastroso para mi el día en que me la asignaron. "Se que no te tomará demasiado esfuerzo, y que tu vehemente espada y voluntad logrará derrotar cualquier resistencia que se te pueda presentar". Tragué saliva cuando escuché las palabras del señor. Luego me dio un cofre donde hallé un mapa y algunos artilugios mágicos. "Esto te servirá de algo, ve inmediátamente a donde Jeremías para que te detalle el poder de cada objeto que encontrarás en el cofre".
La fortaleza Blanca tenía un gran renombre, en cuatro siglos de erigida ningún ejercito, ni por más grande y maligno que fuese había llegado más allá del portón más externo, tan solo, en algún momento hace 50 años y tal vez por un descuido, una de sus torres del homenaje había sido incendiada, pero no pasó de allí, instantaneamente se restauró y las tropas que habían osado el ataque a ese frente murieron aniliquiladas de forma horrorosa. Blanca, así eran los muros que rodeaban cada una de los tres palacios que conformbanan el triángulo de poder, estirpe negra que contrastaba con sus paredes, y que de no ser por su general, hacía mucho se habría extinguido entre llamaradas humeantes.
Al igual que la fortaleza o tal vez aún más que ella misma, la gloria enardecía su ala norte donde se alzaba un portón de más de 20 metros de alto, construido de hierro sólido y flanquedado por 5 torres del homenaje que tenían guarecido por lo menos 50 o 60 arqueros cada una . Nadie del mundo externo conocía más allá de lo que se veía desde las colinas circundantes, solo las crónicas de los ejercitos que alguna vez intentaron asediarla describían con poco detalle las tropas que aguardaban al otro lado, los cientos de jinetes que se encontraban prestos a salir arrasando con lo que se encontrarn por delante, las espadas encantadas,lor arcos invisibles, las magias oscuras recubiertas de falsa claridad que engañaban hasta al maestro más respetado de las artes de la hechicería. Sin embargo, más allá de las grandes edificaciones y los temorosos ejércitos que protegían ese punto estaba su dirigente, una mujer delgada y alta, de mirada sagaz e inflexible, voz sensual, formas ágiles y femeninas, y risa corta e inexpresiva. Su nombre no lo conocía, pero si la había visto y escuchado, en un consejo de guerra que muchos años atrás nosotros habíamos apoyado con total respeto y sinceridad, guiados por una causa estúpida que nos dejó en una situación precaria, como el ocaso de un sol que hubiera iluminado durante todo su día con todas las fuerzas de sus rayos. A ella se le conocía por su inteligencia, habilidad y tácticas en el frente de batalla, siempre iba ala vanguardia de cualquier ataque y cuando sus tropas se replegaban, ella desde un punto de mando distante lograba romper cualquier cerco que amenazara con destrozar a sus hombres. "Recuerda que tus hombres confían en ti", me dijo en algún momento en el que estuve bajo su mando. Ahora todo era diferente, empezaba a reflexionar seriamente sobre mis posibilidades en contra de ella.
escuchando Deine Nahe by Lacrimosa
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