Iris ama su pelota, la toma entre sus patas, la bota contra la pared, luego al piso y al rato, rápidamente, la coge con su boca y la vuelve a subir sobre la cama. La ama, y solo piensa en ella y en la comida seca que está a su lado y en el platón del agua que siempre permance casi vacío y en su ruana roja sobre la cual se enrolla en las noches, en las mañanas y en las tardes.
Iris a veces piensa en Tilos, pero solo a veces, no más que lo que recuerda a su pelota pero si más que lo que evoca a Venus y a Musa a quienes no suele determinar. Orión le estoraba y le molesta hasta el tuétano, Odín es un gran chico peludo, lindo y extrovertido, pero aparte de esos adjetivos, no le inspira nada más. Bárbara es algo diferente, fue madre como ella, pero ya hace mucho, y aunque comparten esa notoria semejanza, las edades las separan y por ende no se la llevan de a mucho.
Iris, deja su pelta, pasa a la comida y se mete algunas pepas de CatChow a la boca, luego toma agua, unos cuantos lengüetazos y por últmo golpea su pelta café de tela que era antes un ratón, y lo deja en un rincón. Ya es tarde y su ruana roja la espera para una plácida noche.Pero antes, para poder descansar realmente, orina un poco sobre la cama y sale pitada para no ser castigada por su travesura. Al poco rato ya duerme tranquil y sosegadamente.
Escuchando String Quartet No. 4 de Philip Glass
Wednesday, August 17, 2011
Tuesday, August 16, 2011
16/08/2011
Una paloma agonizante desencajó todo, estaba agazapada al lado de la puerta de una casa, con el plumaje sucio y húmedo, con los ojos cerrados, con el jadeo característico de un moribundo intentando respirar los últimos vapores de vida, con el pico abierto y burbujeante.
Triste escena de la sed que la muerte causa, ignorada por el mundo, sin una pizca de agua que aminorara el sufrimiento de la garganta seca y estéril, sin una gota de compasión, sin lágrimas por la partida hacia el túnel desconocido, sin herencia, ni herederos, sin ritual, ni cánticos. Queda muy lejos las mañanas en la plaza, picoteando y picoteando, y volando de la iglesia al capitolio y de nuevo a la plaza y de nuevo volando, con viento, con la brisa, con el tiempo que no acababa, no era poco, ni mucho, solo era parte de todo, de la felicidad de la libertad, de la alegría de poder volar, y no conocer que las horas pasan, y la sombra cubre con su agonía lo inevitable, lo insalvable.
Tuesday, August 09, 2011
cuando la bolsa se cerró
Y cuando la bolsa se cerró sobre ellos, el general Paulus supo que estaba solo, ni los Junkers Ju52, ni las ordenes imprecisas de la guarida del lobo, ni el intento de liberación que se prometía por parte del general Eric Von Manstein, iban a salvarlos de la "caldera de fuego", ahora solo dependía de su juicio, que entre cosas, estaba alterado.
Tuesday, August 02, 2011
Mentiras.
"El hombre vestía un traje gris, arrugado, como su rostro que mostraba que su edad rondaba los 60 años. Bigote canoso, pelo corto, crespo, pómulos sobresalientes y labios finos, afilados. No era atractivo, tampoco su vestido estaba bien cuidado y el maletín que llevaba era algo viejo, desteñido. Estaba de pie, acodado en la ventana de atrás del transmilenio, un J23 y hablaba por celular con tranquilidad pero sin elegancia.
"Que cosa tan tremenda, ¿no? de cinco puestos que asignaron cuatro fueron para mujeres, ¡cuatro!, eso es mucho, como si no hubiera hombres más capaces"
El transmilenio arrancó y no alcancé a escuchar nada más, pero ciertamente no terminó muy bien porque un par de mujeres que iban a su lado lo miraron muy mal.
Luego no me interesé más en el sujeto, hasta que a la altura de la estación de La Sabana, por la calle 13, sonó el timbre de un celular, la clásica canción de los Eagles Hotel California. Contestó el sujeto de vestido arrugado y bigote canoso:
- "¿alo?"
Su rostro tuvo un cambio de expresión repentino, como si la llamada fuera inesperada.
-"No señor, si, si señor, si, si, si, desde hace un par de días me encuentro fuera de Bogotá, aja, si, nada importante, pero igual no puedo volver hasta dentro de 10 días más o menos. Claro, yo lo llamo tan pronto llegue. Si señor, si, obvio...Un abrazo y espero su esposa se mejore".
La gente lo miraba, pero él no daba la menor importancia, pareciera que lo tuviera planeado hace mucho o que ya fuera una costumbre pues su frente no sudó, ni su tono de voz cambió, y aparte de su repentino cambio de expresión, nada más sucedió en él. Seguí mirándolo recordando las miles de mentiras que había dicho a lo largo de mi vida "¿así me veré yo, ahora que soy un mejor mentiroso?". Me avergoncé mucho sintiendo mi cara igual de arrugada a la del sujeto, como si cada mentira fuera un cicatriz que se fuera quedando poco a poco en cada centímetro de mi piel.
Al rato llegamos a la estación de La Jiménez, que siempre estaba abarrotada de gente. El sujeto iba alistándose poco a poco y yo también me desacodé y me preparaba para salir del bus cuando de un momento a otro, mientras todos nos hacíamos contra la puerta de salida el sujeto abrió tremendamente los ojos y codeando y empujando intentaba infructuosamente abrirse paso hacia la mitad del bus. El bus paró, abrió las puertas y todos salimos vomitados por cada una de las puertas, incluyendo el hombre de vestido gris arrugado.
-"Señor Pinilla"
Le dijo un hombre de tez muy blanca y pelo muy claro, parecía ruso.
-"Pláceme verlo tan pronto en Bogotá, pensé que su estadía en Cúcuta iba a demorarse 10 días más, pero vea, a veces el tiempo pasa muy rápido y no nos damos cuentas de eso. Permítame llevo su maletín, ha de estar usted muy cansado con ese viaje tan largo, todo el tiempo de pie".
Dos hombres muy grandes, demasiado grandes, le cerraron el paso en la puerta de la estación mientras la gente los empujaba sin éxito. Luego lo tomaron de cada uno de los brazos, y de manera muy disimulada lo fueron empujando a la salida de la estación mientras el hombre blanco los seguía desde atrás, llevando el maletín raído.
Salí detrás de ellos pero el tumulto no me dejaba ver mucho hasta que una vez en las registradoras de la entrada oriental vi como pasaban el semáforo de la Jimenez y el hombre ruso, adelante del señor pinilla y los dos hombres gigantes, abría las puertas de una camioneta negra y al poco rato, con todos los sujetos a bordo arrancaba hacia el occidente.
Al otro día, en el espacio leía un título rojo carmesí: "Lo degollaron y luego lo desmembraron" y luego en subtítulos "al lado de sus miembros solo encontraron una maletín negro vacío y un vestido gris que seguramente llevaba puesto al momento de ser asesinado".
Monday, August 01, 2011
El trombón y la flauta traversa.
Venús duerme, cerca de Orión, junto a Mabel, encima de la cama sencilla, del edredón verde de flores rojas. Y sus respiraciones se acompasan como orquesta, fuuu, fuu, canta Orión, cual trombón grande y grueso y más suave como flauta travera trina Venús, casi imperceptible, arrulllando el leve respiro de Mabel, que puede ser violín o a veces viola, o veces trombón, o aveces Venús o a veces Orión.
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