Los rayos de luz poco a poco fueron apareciendo sobre las montañas que la noche anterior solo imaginaba que estaban allí, pero que por la oscuridad reinante era imposible ver. Era una luz tenue, y solo aquello, claridad, pues no irradiaba nada de calor y parecía lo contrario, que por donde sus haces pasaban el frío se sentía más fuerte que en la sombra, como si en una noche todo hubiera cambiado de sitio y sentido.
Me levanté poco a poco del suelo, intentando recordar algo de la noche anterior, del día anterior, que pareciese hubiese sido toda una eternidad, pero un velo rojizo cubría cada visión que medio lograba remerorar, similar a un sueño, que cuando lo recordadmos está enredado en un entramado gris, casi negro. El cielo tenía un tono extraño, de ningún color definido, el sol no se asomaba por ningún lado,pero extrañamente tampoco se veía nube alguna, era algo así como el color de los terruños que se veían en los desiertos del sur, donde la aridez es tan seca que no necesita de un sol, ella por si sola expele un calor abrazador, como tierra del mismísimo infierno.
Subí entonces a una especie de colina que se veia a unos 200 metros hacia el oriente, desde esa distancia el verdor se observaba como un oasis en medio de esta tierra pantanosa, espesa y sucia. Pero cada paso era una agonia, el agua corrompida pesaba enormemente y algas asquerosas de color gris y violeta, con brazos largos y lleno de pequeñas espinitas se pegaba a las piernas, como si de ellas surgieran manos que quisieran evitar su paso. Y la distancia era enorme, metros y metros de aguas estancadas, que expulsaban gases transparentes, malolientes y grasosos, extrañamente grasosos.
Escuchando Comfortably Numb by Pink Floyd
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