Lo escribí hace un año. Pero tal vez hoy es un día para recordarlo. Espero llegue el momento en que ni se me cruce por la mente...todavía guardo la esperanza como Martín o Bruno...los que han leído a Sabato me comprenderán (hay cosas que en esa época eran más fuertes y por eso se leen fragmentos que ahora ya son más intagibles)(aclaración dos: lo releí y uffffff que cosa tan trágica. Se nota que estaba en la inmunda ese año. Pero noy voy a editarlo cortándole cosas. Igual fue así cuando lo escribí en el parque de la Independencia. Aunque aclaro que ya no es tan tenaz...
Tal vez sea uno de estos días en el que peor me sienta. Todo me abruma y más que todo un aire denso de culpabilidad acomete mi alma fuertemente, oprimiendo mi corazón hasta dejarlo nada más que como un pedazo de carne inerte. Las consecuencias de mi escape de la realidad no fueron medidas en la proporción en que debieran haber sido, justificando el hecho de que ahora todo se haya vuelto insoportable y hasta ese mismo mundo y gris vaya quedando rezagado ante las vicisitudes de una realidad constante.
No fueron suficientes las desazones anteriores y los sentimientos de culpa de antaño para mostrar un cambio drástico del manejo de mis responsabilidades. Creí tontamente que esta vez iba a ser igual y por ende, a saber de que ya conocía a lo que me enfrentaba, asumí una posición confiada creyendo en divagaciones sin fundamento, o más bien en pensamientos con una base irracional y estúpida.
Y recuerdo como, ante mi falta de cualidades, escribía y decía que el único valor con que contaba era con aquel enorme; la responsabilidad. Pero que gran mentira. Todo fue producto de mi imaginación y de mi apestoso orgullo que suponía ciegamente en algo que solo era representado por mi creciente sentimiento de culpa y mi auténtica baja autoestima. Ahora se que la responsabilidad se construye a través de actos y no intenciones vanas y sin sentido. De que le serviría a una persona pobre que yo le dijera que la voy a dar de comer sin en ningún momento diera un solo centavo para la compra de un trozo de pan. Puros proyectos fallidos nacidos de momentos de entusiasmo falsos y oportunistas son las cosas que hecho a lo largo de esta etapa de cinco años. Tantas esperanzas puestas en mi por personas de buen corazón. Tantas esperanzas que he roto con mi huida cobarde y disimulada. Tantas lágrimas y rencores que he fabricado en los corazones de huérfanos que creyeron en mi, en mis capacidades, conociendo mi faceta de responsabilidad y compromiso, pero tristemente engañados por esa misma actitud de pasión que hice creer. Oh Dios, ahora ya no cuento con nada. Ahora veo que no soy digno de nadie y por eso mismo no debo reclamar, ni alegar atención, oportunidades, abrazos, tiempo y todo aquello que alguien me pueda dar.
¿La conclusión es cambiar? He dado un gran paso al admitir mis errores, dirán algunos. ¿Pero es posible dar un giro? En las circunstancias de desarraigo en las que me encuentro veo esto tan lejos como veo tan cerca el hecho de seguir en esta misma posición de egoísmo y austeridad hacia los demás y hacia mi. Porque invariablemente esto cada día se hace más fuerte y llega al punto en que me hace sentir más desgraciado por la circunstancia de tener lo que claramente no merezco. Quizá el motivo por el cual rechazo toda gratificación no se debe a mi humildad y a mi desinterés puro sino a la culpabilidad que surge de mi cargo de conciencia tan grande que existe en mi mente. Por eso odio que me den las gracias por algo que realmente no di. Que solo di para sentir que hacía algo en este mundo. Nimiedades frente a los que si dan sin esperar nada a cambio. Esa es la clara razón por la cual no merezco el amor de nadie, tal como ya lo había comentado. Un ser egoísta como yo ni siquiera merece vivir. Como dicen por ahí, lo que no sirva que no estorbe. Y en esto también radica mi empeño en alejarme de la gente (claro que viéndolo bien la gente es la que se aleja o no se acerca). Ya no vale la pena seguir caminando en un mundo que desconozco y me desconoce.
Con este escrito tan mediocre quiero dejar en claro, tanto para mi, como para aquel que lo lea, que no valgo ni un peso, que cualquier justificación que diga lo contrario para hacerme sentir bien es falsa y que este juicio que elaboré no se debe a simples divagaciones de un día, sino que fue construido y llevado a cabo con pruebas tangibles y exactas: mi realidad
Escuchando Hoy necesito de Cómplices...y si que necesiot ese abrazo
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