Sunday, October 28, 2012

Solo una cámara a color

Entré ese día a la oficina bancaria con bastante temor, mi espalda estaba empapada y mi frente mostraba gotitas diminutas de sudor, perlas transparentes que de vez en cuando se deslizaban por mis sienes. "tengo que hacerlo" me dije a mi mismo. Saqué una servilleta que tenía dentro del bolsillo de la camisa, lo pasé por mi frente y mis patillas esperando que brotara menos sudor. Estaba a 10 pasos de los asesores y a 15 de la directora. A mi lado derecho el único vigilante del local se adormecía recostado en la barra donde se firman los documentos. Tres cámaras dispuestas en cada uno de los costados del salón eran el único estorbo del que habría que deshacerse con sumo cuidado, viéndolas con más detalle se alcanzaba uno a percatar de que solo una de ellas era realmente moderna, las otras dos emitirían imágenes a blanco y negro y con una pobre resolución. Pero aún no había planeado como eliminarlas, ni tampoco como minimizar al vigilante y a las dos asesores y a su directora de turno. Creo que ni siquiera tendría que preocuparme de eso. Seguí caminando lentamente, sin colas era el primero de la fila, el cajero principal me invitó a seguir, "siga" dijo con voz mecánica, terminé de dar mis últimos 5 pasos, y antes de llegar al mostrador, con el pecho y la espalda totalmente humedos, la frente chorreando goterones de agua salada, y la manos totalmente entumecidas, emití un leve sonido y caí de bruces en el piso brillante de cerámica clara. Alcancé a escuchar como un grito seco salió de la boca del cajero y como el vigilante se acercaba rápidamente para soccorrerme. Mi trabajo ya estaba hecho, ahora seguía el turno de Esteban.