Esta tarde me recuerda aquella tarde de sábado, de alguno de los sábados donde mi mente extraviada se refundía entre sueños, fracasos, ilusiones, imposibles, rostros lejanos, cervezas amargas.
Esta tarde con amenaza de lluvia me trae a mi mente los cigarrillos que inundaban con su humo denso mi vista y mis pulmones y me hacían toser, o sentirme melancólico, o llorar un poco en silencio en medio de la indiferencia del mundo que se cruzaba por mi camino.
Esta tarde fría y nublada me devuelve al pasado donde a esta hora iniciaba mis travesías por el centro, leía, miraba, escríbía, aunque realmente no hacía ninguna de esas, poco miraba, poco escribía y poco leía, porque intentando hacer todo eso me tropezaba con la torpeza de mi mente, que no era capaz de hacer esas tres cosas al mismo tiempo y bien.
Alguna vez pensé que esas tardes no acabarían o que quedaría condenado a repetirlas durante toda mi vida. Pero se esfumaron y no me di cuenta.
Y quizá las extrañe, o quizá no, quizá solo recuerde y evoque, pero sin querer realmente volver a ellas, aunque tarde como estas me recuerdan la lluvia fría que bajaba por mi cabeza en las tardes de los sábado en la candelaria, o cerca a ella, o más al norte, o más al oeste, y tal vez necesite mojar mis sienes con esas gotas, escuchando en mi viejo walkman las canciones de mis cassettes que ahora reposan en una gaveta olvidada, para volver a ellas y quedarme allí por el resto de mi vida.
esuchando una canción que me recuerda esas tardes, cuando ya la noche entraba y las luces se hacían pequeñas vibraciones en miles de ventanas
Cenizas, Duncan Dhu