La luz tras el muro

Cuando levanté la mirada ahí estaban las estrellas, esas que casi nunca vemos porque las luces del hombre las taparon con su exigua luz que poco o nada inspira. Una, dos, tres, casi diez alcancé a contar antes de que me golperan en la cabeza y me tiraran al suelo del carruaje en donde iba. Luego de recobrar el conocimiento ya no había nada, solo un techo negro, un lugar claustrofóbico, un olor nauseabundo, ni siquiera sabía si tenía los ojos cerrados o abiertos. El recuerdo de la primera vez que vi las estrellas en compañia de mi madre era lo único que podía pensar en un sitio así, intentar borrar con un bello momento la constancia de lo que físicamente estaba ahí para torturme y matarme, evadir esa realidad con otra que fue en otro tiempo, más corta tal vez, pero a la vez más fuerte, más solida, aún cuando siendo un reminiscencia fuera tan éterea como una sutileza. Las lágrimas rodaron por el dolor de lo extrañado pero no podía permitir la derrota. No era el momento.

Escuchando Plug in Baby by Muse

Desde anoche

Desde anoche te fuiste,
cuando me di cuenta de lo irremediable e imparable,
cuando creyendo que era una pesadilla y me pellizque
y seguía escuchando los motivos de tu partida

Desde anoche se me partió el corazón,
después de que lo había cosido con cordones de zapatos viejos
la primera vez que contra el piso lo estrellaste,
en más pedazos que esa vez, más invisibles, más perdidos,
no pude contener la tristeza después de sentir
martillazos puntiagudos en los ventrículos de mi ser

Desde anoche me di cuenta
que nunca te habías ido,
que te eché de mi casa alguna vez
pero que no me percaté
del llavero que te di y que a la final
nunca más lo recuperé

Desde anoche hablo más
con mi madre y con mi vecina,
con mi hermana y con don Miguel,
de lo mucho que me haces falta
y de la belleza de tus pestañas
y de tus planes y de tus errores,
y de tus fotos que desperdigadas por doquier
me recuerdan que te quise,te quiero y te querré.


escuchando Flamme in Wind by Lacrimosa

Sueño maligno (restos de otro diario)

En dias pasados había tenido un sueño: Después de levantarme de un pajar me encontraba solo en una celda oscura y húmeda, el silencio reinaba y por entre las rendijas del techo del pasillo la luz del sol entraba hermosamente. Luego, me recostaba de nuevo pero al cabo de unos minutos de somnolencia volvía a pararme del pajar pero ya la luz no era la misma, era roja, tanto como el color de la sangre coagulada, y en el piso, liquido amarillento devoraba las baldosas que momentos antes relucían un blanco puro y cristalino. Sin embargo esto no me aterraba, al contrario, como atraido por una fuerza y locura extraña me quitaba toda la ropa que me cubría (trapos sucios y malolientes) y empezaba a reptar sobre toda esa inmundicia y de vez en cuando sacaba la lengua y la pasaba por la uniones del baldosín, donde los cuajos de sangre se hacían más visibles y grandes. En ese momento llegaban carceleros, extremadamente grandes y con la cabeza flotando sobre sus troncos. Era una visión espántosa, me recogían, me hacía vomitar y depues de lavarme todo el cuerpo me vestían con ropas claras, sotanas que tenían tintes rojos en las mangas, y que se cerraba en la cintura con un cinturón de seda que caía suavemente por los costados. Todo era oscuro y los pasillos tan estrechos que solo cabíamos de a uno y por ende los guardianes me escoltaban tanto adelante como atrás, por todos los lugares que atravesábamos, sin llegar nunca a ninguna estancia en horas y horas de recorridos y con cambios de clima constantes, frios escalofriantes por momentos para luego ser tragados por olas de calor sofocantes y malignas.

Mi lecho estaba cubierto de sudor cuando me desperté y solamente atiné a mirar instintivamente a mi compañero que salía a su turno de guardia de media noche. Sentí miedo,como nunca antes, y la espada que incomodaba el lado derecho de mi cuerpo desde hacía decadas fue mi única y última esperanza ante algo que no conocía, pero que estaba seguro llegaría muy pronto.

Sin sospechas

Siempre estaba de guardia al lado del tronco de castaño que vigilaba solemnemente la entrada de nuestro refugio. Con una manta larga y negra, un yelmo de color ocre que cubría casi por completo mi cabeza, un arco y un carcaj repleto de flechas iniciaba mi turno de medio noche. El viento a esa hora se mostraba fuerte y denso, golpeaba las ramas de los árboles de manera espantosa y a veces cruel, y solo quedaba como única alternativa soportar su arremetida con un buen ropaje. Ese día que recuerdo fue oscuro, el sol casi ni se asomó, pero nada particular había sucedido, todo estaba suspendido a la espera de la tormenta que se aprestaba, que amenazaba con su llegada violenta y que todos, hasta el capitán Drain y su intuición maravillosa, ignoraba y no presagiaba.

Siento decirlo, pero ahora que vuelvo los ojos sobre esa imagen de mi cuerpo parado ahí en ese lugar, esperando la nada y a veces el todo, sin ver ni sospechar nada, me pesa en el corazón más que las heridas causadas esa noche sangrienta.