te fuiste yendo por el sendero de la montaña
mientras tu olor penetrante quedaba tras las piedras y las hojas
mientras tus ojos negros ya no observaban mi cuerpo derruido
mientras yo te llamaba con un sonido sordo y grave, incapazas de llegar a tus cansados oidos
Monday, June 06, 2005
Thursday, June 02, 2005
Sueños
Nublado, denso, oscuro, amanecer claro y más confuso.
Realidad venenosa e inútil.
Mundo que sobrepone pasiones perdido tras las sombras.
Escapatoria hacia una celda más compleja, de donde no puedes ni quieres salir,
pero que infortunadamente los rayos pálidos de la verdad física espicha despiadadamente.
Nudos que no podemos resistir, que nos hacen sudar gotas de sangre,
que enredan y nos revelan trozos de incertidumbres haciendo que palidezcamos
mientras dura.
Se libran batallas entre demonios encantados,
entre los huespedes de nuestros cuerpos,
silenciosos en el día,
pero aguerridos en la noche.
Pobre carne, los pulmones, el hígado, los pies, las manos;
atados por el inconciente aque sale a flote violentamente,
desgarrados hasta el límite, sacudiéndolos fuera de la frontera racional
que inexplicablemente deja de existir, como si fuera enterrada en una tumba perdida.
Más que imágenes,
más que abstracciones,
mucho más que garabatos de la mente,
se sobreponen y dominan nuestro pequeño ser
dando paso a códigos indescifrables,
a obsesiones cruelmente crónicas,
a viajes sin retorno que se proyectan en nuestros pasos del día siguiente,
cargándolos de un peso invisible y una agonía constante.
Ni una gota de ciencia en ese estado penoso,
ni una gota de pureza metafísica,
ni una flor bella que pudiera dar vida real a ese campo pedregoso
Realidad venenosa e inútil.
Mundo que sobrepone pasiones perdido tras las sombras.
Escapatoria hacia una celda más compleja, de donde no puedes ni quieres salir,
pero que infortunadamente los rayos pálidos de la verdad física espicha despiadadamente.
Nudos que no podemos resistir, que nos hacen sudar gotas de sangre,
que enredan y nos revelan trozos de incertidumbres haciendo que palidezcamos
mientras dura.
Se libran batallas entre demonios encantados,
entre los huespedes de nuestros cuerpos,
silenciosos en el día,
pero aguerridos en la noche.
Pobre carne, los pulmones, el hígado, los pies, las manos;
atados por el inconciente aque sale a flote violentamente,
desgarrados hasta el límite, sacudiéndolos fuera de la frontera racional
que inexplicablemente deja de existir, como si fuera enterrada en una tumba perdida.
Más que imágenes,
más que abstracciones,
mucho más que garabatos de la mente,
se sobreponen y dominan nuestro pequeño ser
dando paso a códigos indescifrables,
a obsesiones cruelmente crónicas,
a viajes sin retorno que se proyectan en nuestros pasos del día siguiente,
cargándolos de un peso invisible y una agonía constante.
Ni una gota de ciencia en ese estado penoso,
ni una gota de pureza metafísica,
ni una flor bella que pudiera dar vida real a ese campo pedregoso
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